Reglas para el profesor en el aula de ciencias
Ensayar siempre el experimento antes de hacerlo con los alumnos
para evitar problemas.
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Motivarlos siempre antes de presentar cualquier experimento,
enlazándolo con temas que hayan despertado su interés.
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Siempre que sea posible dejar que los niños manipulen libre y
previamente los materiales del experimento.
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Dar a todos y cada uno de los alumnos la oportunidad de tomar
parte en el experimento. Si todos no pueden repetirlo, dividirlo en
fases y que al menos participen en una de ellas.
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Adaptarlos a la edad de los alumnos y realizarlos cuidando de que
no produzcan miedo. Las precauciones lógicas que se deben tener
con las fuentes de calor, herramientas cortantes o punzantes, etc.
deben ser abordadas con naturalidad y sentido común pero sin
asustarlos.
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Las preguntas previas deben ser abiertas y aceptar cualquier otra
cuestión que surja de ellos.
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Ninguna respuesta debe ser rechazada “a priori” por absurda que
nos parezca desde nuestros “conocimientos” de adultos. Todas
deben “anotarse” y será la experiencia y los acontecimientos
posteriores los que nos harán desechar, aceptar o modificar dichas
respuestas.
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Estimular la observación, la manipulación, el establecimiento de
hipótesis, el análisis y la reflexión para acercar a los niños al
pensamiento científico.
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Buscar caminos para ampliar la actividad, aplicarla en otros campos
o situaciones o conectarla con temas de su interés.
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Siempre que sea posible dejar los materiales del experimento a su
alcance para que puedan seguir experimentando libremente o
dupliquen el experimento o hagan variantes.
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Evitar el “activismo”: procurar siempre llegar a unas conclusiones y
que los niños las verbalicen lo mejor posible. Procurar que los niños
“documenten” (dibujando, ordenando o escribiendo según las
edades) las secuencias del experimento.
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Siempre que se pueda tomar notas y/o fotografías de las peripecias
acontecidas durante toda las fases del experimento.
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